Proyectos V-VI. Tardes
Profesores
Félix Solaguren [R] Berta Bardí i Milà [R] Luis Alegre Heitzmann Antoni Barceló Baeza Cristóbal Fernández Gustau Gili Galfetti Carles Vinardell Puig
Aulas
A-31, A-32, A-33
A-34, A-35, A-36
Horario
Lunes de 17:00 a 20:00 Miércoles de 17:00 a 20:00
Presentación
El segundo cuatrimestre se trabaja el proyecto de un edificio de grandes luces y sin un uso determinado en una área pendiente de consolidación de Barcelona, a pesar de que contiene un planeamiento urbanístico interesante y una calidad arquitectónica notable. Si durante el primer cuatrimestre el ejercicio se basa en la reprogramación e intervención sobre el patrimonio, en el segundo se trabaja un edificio de nueva planta para diferentes usos. Si lo primero era un entorno postindustrial, en el segundo se elige un espacio de la Barcelona postolímpica con las rondas como elemento infraestructural que lo relaciona con las otras áreas de la ciudad.
Por lo tanto, se trata de un curso centrado en la intervención en una zona construida hace treinta años para un acontecimiento muy puntual y efímero pero que sirvió para cambiar la ciudad: los Juegos Olímpicos de 1992. Se pretende especular sobre las nuevas formas de pensar y proyectar el reempleo de aquel entorno construido cuando el tiempo ha pasado, las condiciones han cambiado y se ha perdido el sentido inicial. En concreto, se reflexiona sobre el presente y el futuro del área del Valle de Hebrón, de la Vila Olímpica del Poblenou, de Montjuic y de la avenida Diagonal.
Por un lado hay que revisar la historia del lugar, conocer las actuaciones hechas por los Juegos Olímpicos de 1992 y tener en cuenta las propuestas actuales que se están desarrollando, ya sea desde el Ayuntamiento de Barcelona, Barcelona Regional o las asociaciones vecinales. A partir del conocimiento de la realidad del lugar y de la investigación de referencias, se empieza el proyecto. Hay que buscar la posición exacta dentro de una área de actuación delimitada, redefinir el entorno, y conseguir
un edificio de grandes luces que cumpla la condición de ser multifuncional, flexible y fácilmente adaptable a lo largo del tiempo y a los diferentes usos posibles. Un volumen que no es autónomo y tiene que responder al solar donde se inserte y en el espacio libre, a través del acceso y de la relación del espacio principal interior con el exterior. En definitiva, se trata de capturar un espacio y darle calidad a través de la forma de la estructura y la luz.
La principal característica de un edificio multiusos es su programa indefinido, no específico, que permite adecuarse al cambio de función. Para conseguirlo, le hace falta una estructura básica regular de espacios e instalaciones para las capacidades previstos en el interior y al exterior. La indeterminación de los espacios dependerá en gran medida de la regularidad y la homogeneidad de la trama estructural y los espacios para los cuales sirve. No se busca una arquitectura estrechamente
vinculada en un programa específico, que a menudo queda obsoleto rápidamente, sin que sea posible transformarlo por la estricta relación entre forma y programa. El contenedor que se pide tiene que procurar, pues, acontecer una arquitectura universal, anónima e intemporal, a pesar de que a partir de técnicas y procedimientos contemporáneos.
Así pues, se propone trabajar sobre un espacio neutro de grandes luces, es decir, una gran sala que permita acoger un gran número de personas para hacer un acto común en relación con el máximo de programas posibles. La estructura que cubre este espacio tiene una importancia decisiva y surge a partir del estudio de las relaciones formales entre la superficie que se tiene que cubrir, los elementos que configuran el volumen y las entradas de luz. Las tipologías estructurales que se podrán usar van desde cubiertas y elementos lineales trabajando a tracción y a cortante, incluyendo encaballadas triangulades, cubiertas tensegrity y mallas espaciales, hasta soluciones particulares con grandes elementos pretensados o posttesats.
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